miércoles, 8 de junio de 2011

El Lago de Carucedo y el Castillo de Cornatel

Muy próximos a Las Médulas se encuentran El Lago de Carucedo y El Castillo de Cornatel. Visitas obligadas para lo cual pueden contar con una amplia red de casas rurales y todo tipo de alojamientos.



Lugar ideal para el deporte y el esparcimiento, el Lago de Carucedo, formado por las aguas utilizadas para sacar y lavar el oro, es un vestigio más que se conserva de la actividad minera del imperio romano. Desde la carretera general se aprecia toda la extensión del lago, con cuatro kilómetros de perímetro y treinta metros de profundidad. El lago era en la antigüedad un criadero de anguilas y patos silvestres. Se dice que era la reserva piscícola de los monjes de Carracedo, que no comían carne porque estaba demasiado pegada a la tierra.

Como todo lago leonés está lleno de leyendas. Una de ellas relata que fue formado por la abundancia de lágrimas de la Ondina Carisssia, tan enamorada del general romano Tito Carissio; el que conquistó Lancia y dominó todo El Bierzo, tomando Castro Bérgidum, un altozano que hay cerca de Cacabelos. Pues la Ondina Carissia, que allí vivía en la legendaria ciudad de Lucerna, se enamoró perdidamente del guapo general latino, pero el romano, dado que la ninfa era astur, raza y pueblo que los romanos tenían que dominar, la burló y la despreció. El amor no tiene razas ni fronteras; la ninfa sintió tal dolor que estuvo muchos años llorando, y tantas lágrimas derramó que se fue formando el mítico lago e inundando la legendaria ciudad de Lucerna. Así se llenó la hoya con agua cristalina, donde el sol refleja sus rayos en una tonalidad azulada, enmarcada entre las espadañas y las juncias.

Dice la leyenda que todos los años al amanecer del día de San Juan, cuando se abre el alba y el sol dora las aguas, se vislumbra al fondo el reflejo de la ciudad de Lucerna. En esa noche serena, sale la Ondina Carissia del lago de Carucedo a buscar un guapo mozo que la requiebre de amores. Pero como es tan grande el lago es difícil dar con ella. Alguna vez se ha encontrado en la mañana luminosa el peine de cuerno con alguna hebra de sol entre sus púas, que la ninfa se dejó olvidado en la orilla. Siempre hay algún visitante del lago de Carucedo que románticamente se acerca a la orilla y da un beso a sus aguas, para que el lago se lleve el testimonio afectivo del galán que siente la leyenda; y alguno cree percibir en las aguas azuladas algo así como un perfume de rosas silvestres.




“…Por fin, torciendo a la izquierda y entrando en una encañada profunda y barrancosa por cuyo fondo corría un riachuelo, se le presentó en la cresta de la montaña la mole del castillo iluminada ya por los rayos del sol, mientras los precipicios de alrededor estaban todavía oscuros y cubiertos de vapores. Paseábase un centinela por entre las almenas, y sus armas despedían a cada paso vivos resplandores. Difícilmente se puede imaginar mudanza más repentina que la que experimenta el viajero entrando en esta profunda garganta: la naturaleza de este sitio es áspera y montaraz, y el castillo mismo cuyas murallas se recortan sobre el fondo del cielo parece una estrecha atalaya entre los enormes peñascos que le cercan y al lado de los cerros que le dominan. Aunque el foso se ha cegado y los aposentos interiores se han desplomado con el peso de los años, el esqueleto del castillo todavía se mantienen en pie y ofrece el mismo espectáculo que entonces ofrecía visto de lejos….”
Fragmento Capítulo X - El Señor de Bembibre (Enrique Gil y Carrasco).

El "castrum" tuvo origen en un destacamento militar, debido a su gran cercanía a las explotaciones auríferas de Las Médulas. Más tarde, después de que los romanos abandonaran los yacimientos, el papel que realizaba es relegado a un segundo plano durante el dominio visigodo, reapareciendo posteriormente como destacado "castellum" en la España cristiana de los siglos IX y X. A comienzos del siglo XI, según los primeros documentos hallados, el llamado castillo de Ulver aparece como un castillo importante, en aquellos primeros tiempos de la Reconquista.

En 1211, Alfonso IX de León, tras hacer las paces con la Orden del Temple, dona a los Templarios la villa de Ponferrada, los cuales la fortifican. Más tarde, Los Templarios toman la posesión de Ulver, acreditada por una escritura del Cartulario de San Pedro de Montes del año 1228, y permanecerían en la fortaleza hasta 1312, con la desaparición de dicha orden. En 1378, el castillo aparece por primera vez con el nombre de Cornatel. A partir de aquí y hasta el S XVI el Castillo sigue una vida auténticamente novelesca de luchas e intrigas ligadas a la familia Osorio y el Condado de Lemos hasta que pasó a formar parte del señorío del Marqués de Villafranca, hasta su desaparición en 1.823 en que el castillo pasa a pertenecer al municipio de Ponferrada.

El último fin de semana de Agosto se celebran las Noches Mágicas de Cornatel, festejo popular de ambientación medieval en el que, además de disfrutar de conciertos de música celta, exhibiciones y actividades diversas, se organiza un mercado medieval denominado "Villa de Cornatelo".

martes, 18 de mayo de 2010

Las Médulas

El parque arqueológico de Las Médulas es uno de los restos mineros más importantes de la época romana. Los antiguos montes Medulios con el esfuerzo de los romanos por conseguir el preciado metal dorado, se han convertido en este singular paisaje en una antigua zona de castros celtiberos que posteriormente fueron romanizados, como la villa romanizada de Pedreiras, en el Lago Carucedo y el poblado metalúrgico ubicado en Orellán.



Red Hidráulica y Explotación:
La mina de Las Médulas se hizo sobre un yacimiento aluvial (secundarios), formado por limos, arenas y cantos rodados. Procede de otros yacimientos en roca (primarios), arrastrados y depositados por corrientes de agua durante el Mioceno, finales de la edad terciaria.

Este yacimiento fue explotado desde finales del S I a.C. hasta finales del siglo II; era un yacimiento enorme y tenia una altura considerable, debido al espesor del aluvión; los romanos recurrieron al agua para poder explotar el yacimiento. Los romanos eran unos ingenieros excepcionales y tenían un poder sobre el agua inigualable.

Para poder mover toda esa ingente cantidad de monte y poder eliminar la capa superficial, constituyeron ocho canales para traer el agua de los ríos Sil y Cabrera. Así a través de embalses, con compuertas y canales secundarios, iban poco a poco derrumbando el monte, lavándolo para obtener el preciado oro.

Para la obtención del oro, utilizaban unos dos millones de metros cúbicos al año, así durante unos doscientos años que duró la explotación. Posiblemente sea la red hidráulica más grande del mundo romano, unos trescientos treinta kilómetros de canales llamados corrugios. Así llamados porque iban serpenteando las vertientes norte y sur de los montes Aquilianos para poder captar en agua de las cumbres de los ríos del Bierzo; algunas a más de dos mil metros de altura y a unos cien kilómetros de distancia. Se calcula que se extrajeron de 5 a 7 toneladas de oro. La mano de obra necesaria era de 2.500 a 5.000 trabajadores, la mayoría astures, que obtenían por su duro trabajo, bienes y servicios y esclavos africanos.




Para las mediciones topográficas utilizaban la dioptrae, taquímetro utilizado para calcular las distancias y sacar los niveles, ayudándose con el chorobates, una especie de regla cuadrada de madera de unos veinte pies (5.920mm). Otras herramientas utilizadas eran la punterola, la batea y la lucerna.

El desnivel obtenido en los canales no superaba el 0.5% por kilómetro; la anchura del canal era de 90 a 150 cm y la altura del agua transportada era de 10 a 20cm.

La orografía les causo grandes problemas, tuvieron que excavar en la roca túneles para transportar el agua y también se vieron obligados a demoler rocas. Para demoler una roca, la calentaban quemando en su superficie grandes cantidades de brezo y a continuación derramaban encima agua mezclada con sal y vinagre, con lo que la roca estallaba y se iba desquebrajando.

Por el proceso de extracción empleado dio lugar a diversos canales, que eran empleados para la evacuación de estériles, sobretodo cuando la extracción se realizada en cotas superiores, come se aprecia en el paraje llamado Lagua D´Eres.



Los agogae o lavaderos:

El proceso de lavado, se realizaba en el llano, excavaban zanjas en el suelo, por las que discurría el agua y en intervalos las cubrían con urces o brezo; los laterales de las zanjas estaban cubiertos con tablas y si el terreno lo requería utilizaban canales aéreos. El agua dejaba en los filtros vegetales la mena de oro. El proceso finalizaba secando y quemando el brezo, cuyas cenizas se lavaban sobre un cauce de césped herboso para que se depositara el oro.

La Ruina Montiun:

La ruina montiun, era el sistema de derrumbe llamado así por Plinio el Viejo, que era utilizado en los montes Medulio, donde las capas más ricas de conglomerado aurífico se encontraban en la parte inferior del monte. El sistema estaba basado en dos técnicas: primero se excavaba galerías, para debilitar el sector de monte que deseaban derrumbar; después el agua irrumpía con fuerza y al inundar las galerías, comprimía el aire y este actuaba como un ariete y demolía la zona acotada.




Cuenta la leyenda que en el pueblo de Las Medulas fue el caudillo astur Médulo quien desde lo alto de las montañas hizo frente a las legiones romanas, pero la superioridad de éstas termino con la resistencia nativa, cuyos hombres prefirieron la muerte por fuego y veneno (de tejo) antes que la rendición, dando así origen al nombre.

El poblado de Orellán esta asentado junto a una brecha ferruginosa de la que extraían el mineral para después fundirlo y posteriormente fraguar con el las herramientas empleadas en los trabajos de extracción del oro. La Villa de Pedreiras, parece que estaba habitada por los romanos que se encargaban de la gestión y explotación del yacimiento.